¡Inútiles bastardos!

Nunca antes de una manera tan directa y sin complejos se han reído de nosotros, los estudiantes, como lo han hecho en estos últimos días los infames mentirosos que desgraciadamente gobiernan nuestro país. Inútiles bastardos son los políticos que hoy por hoy tenemos como gobernadores y los que sin ataduras a ninguna ética ni moral no reniegan de sus mentiras ni de su pobre ignorancia.

Inicialmente, los medios de comunicación optaron por desmantelar el caso Cifuentes, una necia persona que tuvo que renunciar a un máster que nunca obtuvo, y después dimitir tras ser identificada en un robo de un triste supermercado, o también por el bochorno de defender durante todo un mes argumentos que ni ella entendía e intentar que no afectase a su partido burgués, donde no se diferencia qué manzana está más podrida.

Pero la realidad de los falsos currículums ha ido plasmándose en muchas caras de los partidos más importantes de la actualidad española; los diputados del ya manchado partido naranja con sus “doctorados” y el ejercer de abogado; el diputado socialista y su falsa licenciatura en Matemáticas; las misteriosas becas del rojo de Podemos; el diputado del PP y su regalo de posgrado, la dimisión de este pasado miércoles del socialista canario por su inventado título en medicina y un largo etcétera resumido en cuarenta años que brillan por la pura demagogia, sucia infamia y vergonzosos gobernantes.

De todos estos episodios de enormes injusticias por parte de los que deberían realizar actos ejemplarizantes, de ver cómo los propios partidos las encubren como si normal y verdadero pareciera y de ver cómo de un solo desliz han ido apareciendo más casos de falsedad y corrupción, al español ya solo le cabe reafirmarse en su pensamiento de la desesperante humillación a la dignidad profunda del hombre y el insulto mismo a una de las cosas más bellas entre los hombres: la política. Esta política, entendida desde aquellos tiempos pasados como la máxima proyección directa de la libertad y de la verdad, a la que solamente los más aptos podían acceder. Vemos hoy (y desde hace más de 40 años) como esto pasa a ser utopía y no una justa y legítima realidad, y es que la política, como se percibe, juega otra crisis importante. Crisis arrastrada que no solo es política o económica, sino también periodística, jurídica, religiosa, ética, de valores, de sentido, de objetivos… Estudiante, la crisis se llama democracia.

Ayer y hoy, ante esta España nihilista y decadente, de títeres y comerciantes, la actitud y el mensaje de las juventudes del SEU sigue en alza, y es que los estudiantes patriotas no dejaremos que esta España se suicide, porque nos enfrentamos, con estudio y acción, a ese viejo molde de izquierdas y de derechas que todo un mundo de intereses nos obligan a aceptar, a que nuestra doctrina sea falseada por los medios, a todas las consecuencias jurídicas que nos puedan afectar, al precio político en nuestros puesto de trabajo, a ser enmudecidos, a la represión, al odio y a la muerte. Y con un afán revolucionario gritaremos que no nos importa, porque posiblemente ya se acerque la dialéctica de los puños y las pistolas.

Joven universitario, no te dejes manipular. Lucha por tu respeto y por una verdadera justicia a todos los que quieren robarnos la dignidad y el futuro.

¡FRENTE AL ENGAÑO Y A LA CORRUPCIÓN, REVOLUCIÓN, FORMACIÓN Y VALORES!